martes, 8 de noviembre de 2011

Terapia para aclarar la confusión de los órganos

¿Cómo has podido confundir tu cerebro con un intestino, a pesar de la semejanza entre los pliegues de ambos órganos? De acuerdo, seré tu médico, y tan solo con algunas palabras, distinguirás.

Pero antes, debes darme toda una vida, de corta edad, pesadez de días, pocas sonrisas; una existencia que habite en la colina más sedienta, en la trinchera más inundada, en el hambre más desquiciante, en la conciencia más alborotada. Dame la voluntad de los héroes del minuto a minuto vacío, de los que viven en los páramos de la soledad acuciante y no se desean siquiera, por tal de no estar acompañados por su sombra, la muerte. Dame la noche y el silencio absoluto y eterno para tenerlos, en ella, por única banda sonora.

Y luego, tras esa vida que me habrás regalado, al reunirnos de nuevo, con un solo relato podré alimentar a tu cerebro de locura, y pensando - ¡pensando! - en lo que habrás oído... ¡te vaciarás vomitando!



F.J.G.G.

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