sábado, 31 de diciembre de 2011

Crónica de un instante (30 de diciembre de 2011)

En la penúltima noche del año, muchos matices presentan totalmente desconocido al color matriz de la eterna dama. Cuchilla ocasional, la luna mengua doblemente, perfilándose por sí sola primero y con ayuda de unas nubes luego, curtidas en las trescientas sesenta y cuatro noches anteriores. La carretera serpenteante, indecisa, a nuestro paso va quedando revestida de un valor del que carece; tal es la decisión de nuestra fortaleza andante al avanzar, que creo seriamente que soy el único que oye los chirridos de los neumáticos. Somos una fiera ajena a sí misma, envuelta en las carcajadas de cuatro almas que suman una, mientras el asfalto se sucede coreado por fachadas que, con sus dos pisos, no alcanzan la altura de nuestras casi macabras alegrías. Sin interrumpirse las risas, frenamos progresivamente en un desafiante recodo - ¡él o nosotros! – mientras vuelvo a mirar por la ventana trasera y me doy cuenta de cuan desgastado está el año: en el vértice de la curva, semejante a una bolsa de basura, un gato reposa de costado con las cuatro patas totalmente estiradas, tensas, como si aún quedase en ellas la predisposición a la huída de los felinos. Su única compañía es un charquillo espeso que mana de su boca y parece haber concentrado todo aquello que le falta a la velada: el color matriz, el negro, la mismísima noche en la que ni siquiera el rastro de la luna tiene cabida. Ruge el motor y tras el brutal impulso la curva queda atrás. Quedo sumergido nuevamente en el cortejo; mas ahora tengo ansias de recibir caricias, levantar el lomo bajo las manos familiares, ronronear, entornar los ojos y quedar hecho un ovillo en pos del último día.


F.J.G.G.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Tu eterna rima

Son tus gestos pergaminos
desenrollados en inmensos
océanos de tinta,

Dónde legiones de atrevidos
se bañan y secan a tus ojos
llenos de avaricia.

Gestos que, inspirando sonetos,
queman tiempos de poetas
en cientos de líneas.

Tus ademanes son delirios,
hechos peticiones a los diablos
de la codicia.

Son tus gestos pergaminos,
dedicatorias de mil escritores
que renunciaron a su firma;

Gestos que cual pergaminos
empapados en inmensos
océanos de tinta,

Sirven de tintero a los locos
que buscan tu perfecta rima.


F.J.G.G.

Fracasados alejandrinos

Amarillos y ocres de corazones ya en ámbar.
Secos mantos de miel crujen bajo el desplante
De tus raudos pasos, cubriendo de crueles ecos
Al poeta que descompuesto yace hundido en el fracaso.


F.J.G.G.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Humos de sílfide

Humos de sílfide al vuelo,
Mágicas cronologías
De efímeros gestos.

Hechizos al paso del tiempo,
Ojos cerrados al mundo
Rebosante de silencios.

Humos de sílfide al vuelo,
En aleteos de furias,
rojas llamas de infiernos
Malditos de mustios besos.


F.J.G.G.

Mi canto a la Soledad

Solitario quise ser en el vientre;
Y por la soledad me declaro hoy combatiente:
Por la levedad del que ni quiere ni siente,
Y que con el arropo de una madre,
Durante la infancia, tiene suficiente.
Hoy ahondo en mí por la soledad,
Pero, ¿y entonces? ¿Estuve con ella?
Sólo con ella; sin más compañía que ella, yo.
Y estuviese como fuese, imagino mi semblante,
Con la gravedad del que se siente solo ya de niño,
Y sin depender de nada ni nadie,
Se desafía a sí sonriente.

Solitario por no querer amar,
Porque amar lleva antes a las arrugas;
Porque ya en la vejez, curtido en el desamor,
Uno se pregunta: ¿porqué no estuve más conmigo?
Por amar de forma distinta: desde la distancia, cual rapaz
Que mira desde lejos, y vive y muere en las alturas;
Sin bajar a beber momentos que da la compañía.
Amando únicamente el riesgo de quedar lleno de polvo,
En una esquina, sin más compañía que la sombra;
Y sin ella si el Sol entre nubes se derrumba.
Solitario en mis sueños. Soñando en amores diferentes,
Que no amenazan ni duelen tanto como la soledad,
Que lo da todo sin dar ni pedir nada…

Sueño con ser siempre un solitario, por ser libre.
Para reírme ante la mención de una patria, un rumbo;
Que huya de lo que en la chispa de un segundo no pisan mis pies.
Con una vida incapaz de atenazarse en recuerdos,
Huyendo y viniendo a placer entre deseos mudos y secretos.
Solo en la soledad misma de cantar en la noche vacía,
Lluviosa, salvaje y furtiva.
Caminando sin guardar un rostro, una palabra, una sonrisa;
Que en la mente sea capaz de echar la raíz del que vacila.
Solo con uno mismo; solo.
Para que nadie me mencione cuando el tiempo me ponga fin;
Porque gusto de una lápida sin flores, sin nombre, pulida.
Por el placer mismo de pasar solo por esta vida.


Los anteriores versos tienen ya bastante tiempo y por tanto no se corresponden ni mucho menos a mis deseos actuales. Acostumbro a decir que no hay mejor desplante a la soledad que la compañía, y lo cierto es que ahora no puedo vivir sin la última y no puedo más que desearla a todas horas. Pero - porque lo hay - este canto a la soledad no deja de ser un canto a su ausencia, salpicada de crueles y certeras apariciones, que no pueden más que empujarme a desear que desaparezca de mi vida definitivamente. Es curioso lo cierto que es el dicho que proclama aquello de que quién mucho te ama, mucho te hará sufrir... posiblemente porque jamás, menos tras una ruptura, se sabe encajar el amor que se llegó y se llega a sentir por él/ella.

F.J.G.G.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Un nieto, un abuelo y la pena (para ti, Eli)

Él, preguntó por la pena,
Tan niño como era;
Con el desparpajo del que aun,
Por menudo, está completamente loco.

Que grande, aquella palabra,
Para esa boca como una salvaje fresa.

- “Pena… Pena… Pena”.

El abuelo aspiró, hinchando sus carnes
Hasta poner la piel totalmente tersa,
Y al ver en un charco de agua su cara
Joven otra vez, voló la vista al cielo.
Entonces, dijo al nieto:

- “¡Ay! Mi nieto… ¿Qué es? Yo no sé.
Pero hay tantas, tantas, y tantas cosas,
Que merecen la pena…”

Cosas... y personas como tú, amiga mía. Éste va por ti, Poetisa.
Abrazos Gran Reserva y besos de bombón, Eli maravillosa.



F.J.G.G.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Lady Clarick de Winter

Milady,
Dama mortal.

En el suspiro de Athos
Y d'Artagnan rastros
De dolor se relatan,
Y suaves promesas
De los bucles rubios
Restan en sus sábanas.

Milady,
Dama mortal.

El mosquetero aristócrata
Se muerde los labios
Y el de Des Essarts
Maldice la flor de lis
Tatuada en su espalda.


F.J.G.G.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Confesión (II)

Tres tristes pasos:
Paso adelante, ojos
En ti, Besarte;

Cuarto paso,
(el que hace tristes
A los anteriores),
Pronombres y verbos,
Que has olvidado.


F.J.G.G.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Mademoiselle Eiffel

Desde los trescientos metros, polvo maravilloso:
Llueve óxido en suspense, repleto de sueños y besos,
que se va acurrucando en las manos que se abren
Y cierran aplaudiendo a tu prolongación,
Más allá de tu altura, más allá de tus vaivenes,
Más allá de los desdenes del mundo que te saluda.
Las heridas incurables de París siempre te susurran;
Palestras apoteósicas de amanecer y noche,
Palomas que aletean coreografiadas con la Luna.
Se envuelven en parpadeos los enamorados
Que entre tus pies sus cuellos rompen a tu altura.
Llueve, llueve óxido maravilloso de tus silencios
Eternos y misteriosos.

F.J.G.G.

martes, 20 de diciembre de 2011

La agonía de Clío

Piedras, cincel, sangres, pincel: guardias
Inconmensurables cubiertos de polvos
De un tiempo y otro. Secretos en el aire,
Almas implorando sin darse reposo:
Gentes todas, emperadores, putas, profetas,
dioses insufribles y dioses bondadosos
Clamándoos desde sus bustos.

Códices y papiros ardidos de ignorancia,
Míticos Laureles marchitos de silencio:
Clío, ya pétrea esfinge, mira la violación
De sus tesoros erosionándose ante el jocoso
Orgasmo del mundo, para restar en un rincón
Muriendo ante la impotencia de sus héroes
Silenciosos.


La Historia muere en cada boca que la ignora o la desconsidera. Por suerte, con vosotros, Sergio, Adrià i Maria, estoy seguro de que está a salvo. Con mucha y necesaria humildad pero todavía mucho más cariño: va por vosotros.


F.J.G.G.

lunes, 19 de diciembre de 2011

A Unos Bucles Rubios

Serrín de las nubes,
llantos de lo inmenso
que arrebatan al sol.

Tú. Tristes, alegres
bucles en lo inmenso,
nacidos de los aires
soberanos de la mano
de Dios.

A Unos bucles Rubios.

F.J.G.G.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Vivo

Vivo en un prometerme continuo del reloj, siempre en el segundo siguiente, allí donde la aguja se hunde, punzante como jamás antes, sin llegar a hacer brotar sangre de las primeras tumbas de la - post - existencia. Entonces, el extraño chorro que surge del mundo es simple pasar, simples minutos restados a la pila que anima a la calculadora de la eternidad; minutos descompuestos a cientos de cadáveres que son de mí, como las raíces, pretérito. Soy el tiempo contado por monumental de unos codos clavados como columnas, que sostienen una nublada cabeza entregada al histérico parpadeo del desconocimiento inasumible.

En el desvanecimiento del sudor, derramo mis vitalidades constantes a base de pulsos forzosos contra nuevos nacimientos, sucedidos irremediablente uno tras otro. Y quisiera vivir más lentamente, más tranquilo, sin dejarme tanto en evidencia, más canalla y siempre más desnudo, notándose las venas cansadas y la piel más amarillenta de caladas de silencio.

Vivo en el constante, infinito nacer del que muere a cada minuto desaprovechado, en cada palabra vana, en insuficientes piropos y sobrantes insultos, en miradas al vacío que besan la tierra mientras todo, menos el polvo, se les ecapa.


F.J.G.G.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

El Beso Séptimo

Lumières, la luz del tren.
Lengua maquinal en tu boca de Edén,
a través del túnel blanco y negro,
proyectándose en halo de luz de luz,
inventándose en la pantalla,
como si la pantalla fueses tú...


F.J.G.G.

martes, 13 de diciembre de 2011

Moisés solitario


Camina sobre la piedra ardiente del sol regando promesa,
Y para de vez en cuando, Lo mira, y la ve a Ella.
Los cielos se van tornando amarillo reflejo a cada paso,
Los mares atrás quedan y el azul del cielo en el mar
Es marisma de la mente que, incierta, presume sus huellas,
Sacudidas de noches con su alma cual campana en pena.

Va en su busca con la túnica bendita de rumbo y estrellas,
Y para de vez en cuando, Lo mira, y la ve a Ella.
Nadie, nadie en los alrededores del peregrinar desierto,
Vago y errante, de acariciar el aire con uñas de eternidad:
Sus dedos componen en los vientos caricias de pecado,
Y las uñas en el soplo confiado sacan gritos de la inmensidad.

Para sediento a rezar entre el polvo. Lo ve, y la ve a Ella.
Piedras, huellas: ruta de Amores peregrinos en la arena,
Mandamiendos que se ordenan al andar en busca de Canaán.


F.J.G.G.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Ella, Tricolor (Ecos de Amor Francés III)

Quédate en los vientos, Tricolor, y de ellos no te vayas:
Llorar de Calais y de Bretaña, champagne: ¡Francia!
Busca polvoriento bicornio y caduca escarapela,
Devuélvele el placer robado de aquella inolvidable
Conquista: blanco de libertad, llorar de azul,
Rojo de besar: ¡Y que tuya sea de nuevo, Francia!
¿Y qué me resta por decir, en mi derrota?
Contigo en sus manos, deseo, lleve al Louvre mis abrazos…
Tuyo también el que fuera mi blanco pañuelo:
¡Empápate y empapa! Y que Tricolores, resbalen las lágrimas…
Burdeos, París, Borgoña, bajo pies de revolucionaria,
Que pisando fuerte se va de mí, alzando los pendones
De su patria: imperiales silencios, ecos de Austerlitz
Y de Marengo, sellándose bajo el Triunfo en victoria.
Invencible y eternamente de la República, sus labios.
Libertad su frente marchando; en sus ojos tú, Tricolor:
¡Tu Alma me huye, tu alma regresa, tu alma! ¡Francia!

F.J.G.G.

jueves, 8 de diciembre de 2011

La fusión

Me sentía de tu piel como si fuese tú;
como si tu sudor de miel fuese suspirar mío.
Eras caja de sorpresas, de fieras mariposas,
de flores que desentendidas de lentitud,
se abrían a mí semejantes a viles puñetazos.

Me sentía de tu piel, de tu rara pulcritud,
aunque por infiel beso se deshiciese el cielo.
En tu promesas, chispas, lumbres siniestras,
las flores ya abiertas me marchitaron (Ataúd),
esparciéndome en un saco de relojes parados.

(Me sentía de ti, y vernos en el espejo,
fue pagar con mis huesos carbonizados.)


F.J.G.G.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Una confesión

Suave caer de plumas de almohada reventada,
Bajo condenada luz que da valor a dos palabras.
Temblor de venas, tensión de látigos que atizan
A cinco zurdas bestias: papel en blanco, pluma
En mano:
Te amo… ¡Te amo!


F.J.G.G.

Viejo Piano

Un piano de cola se emblanquece por el polvo,
Y sólo la oscuridad del trastero le recuerda su negrura,
Pulida por notas de sus entrañas en tantas noches.
La tapa de sus teclas se asemeja a la de un ataúd,
Cerrado por un vil sepulturero ávido de silencio.
La cruel quietud arropa al piano con el polvo,
En un gris manto opaco, que lo sella en el tiempo mudo.

¿Dónde quedaron las noches de música llenas?
Mientras se reflejaban en sus cuerdas de plata las estrellas,
Y el vino se derramaba sobre él enrojeciendo su madera,
Al compás en que se enrojecían las mejillas de mil parejas.
¿Dónde el tintineo de las copas haciéndole la competencia?
O el suave beso deseado durante cientos bailes,
Dibujado en sonrisas y miradas de más y más notas presas.
¿A dónde voló la gracia de un joven y enamorado pianista?
O el encanto que vibra al alba una póstuma melodía.

Ni los años saben a dónde fueron aquellas veladas, ya inciertas…
Y cierto sólo es que allí está el piano, solo y gris en un cuarto,
Viendo pasearse a través del ventanal al Sol y a la Luna,
Al tiempo que el polvo sigue cubriendo su galante negrura,
Soñando en que algún día alguien se aventure en la penumbra
Y, suspirando como él, abra su tapa para condenar al silencio,
Con la nota perdida de una pulsación profunda…

(8 de enero de 2010)


F.J.G.G.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Réquiem de trincheras

Trenes que al roncar abrieron paso en sombras,
mientras silenciaron sus adioses en el humo,
hondeando pañuelos de temblor ennegrecidos
con consuelos hilados de anillos y palabras.

Abrir. Primavera, verano, otoño, invierno.
Vivo mirar al rojo como el cañon que dispara,
mirando el uno por vivir y el otro mirando
de deshilar los cielos de cada mirada. Cerrar.

Mochilas volviendo sin traer sus pisadas.
Resurreciones desde las trincheras, en llantos
de mujeres sosteniendo camisa de sangre y polvo.
Campanadas de huesos rotos y almas arrebatadas.

Tiendas de roto celeste de viejas campañas
sostenidas por columnas de purpureo aullido,
que acaban en capiteles de ojos que se cerraron
para arder de puestas y noche sus pestañas.



F.J.G.G.

Arena

Arena, te vas lenta y suave,
Entre mis yemas rasposas,
Sin rencor ni sarna, suave,
Te vas sin darte a conocer.

De la agobiante playa,
De la desierta cima,
Eres del tiempo hermana.
Te vas, te vas Arena...

Caes rápida de mi mano,
Para volver al mundo.
Eras suya, ahora es tuya (alma).
No seré yo, suave Arena,
El que con agonía te retenga.

Te vas, Arena, Arena suave,
Te vas sin mí, te vas sin nadie.


(27 de marzo de 2008 - Primer poema a M.F.B.)



F.J.G.G.

viernes, 2 de diciembre de 2011

La Caída de Córdoba



Ramos al suelo de rosas.
Temblorosa noche mora,
ve pasar al mayo florecido,
trayendo cristianos cantos de victoria.
Se oyen arábigos acentos
bajo las herraduras;
cabalgar de sangrientos trofeos
de media luna,
arrastrados por La Cruz católica.

- ¡Ay, Alá! Que muere Córdoba...

Ramos al suelo de rosas.
Lágrimas de mezquita,
de fuentes al aire borboteando
vencidas, edificando en el reflejo
del Guadalquivir minaretes,
para que naveguen las gentes a llanto,
mientras van arrojando sueños al agua
viendo cómo la noche se desangra.

- ¡Ay, Alá! Que muere Córdoba...

Ramos al suelo de rosas;
y en la Mezquita, La Cruz católica.

A una de mis patrias, con el Alma eterna de Oriente...


F.J.G.G.