sábado, 29 de octubre de 2011

Perfil al oeste del Sur




Perfiles ardiendo en ese ilusorio volcán,
en ese sediento mirar al oeste de Andalucía.
Fantasmas en cada primavera, bailando,
en cada tallo de los almendros.
Rocío, vertido al sol: perlas al viento, vapor.
Perfiles que se fueron, pero son.
Fantasmas en equilibrio, entre la loma
y el abismo que es la noche del Sur.
Recuerdos de recordar sin rumbo,
de retratos sin ton ni son contra el sol.


F.J.G.G.

jueves, 27 de octubre de 2011

Un día suizo




Despertar.
Las nubes lejanas han permitido intuír un día alpino; ojalá un día de nevada, he pensado. Se han empezado a ver los pastos ya verdísimos, con yeguas y vacas paciendo y dirigiendo sus miradas al objetivo de una cámara imaginaria, para quedar retratadas como en el envoltorio de una famosa chocolatina. Se ha intuído también de inmediato el refugio de madera al borde de un diminuto lago. Solitario. Luego, voces: el pueblo. Y en un bosquecillo, los últimos hachazos de un persistente leñador. El enfurecerse progresivo de lo que era viento para apellidarse con orgullo y a gritos: ¡frío! El chiquillo arrancándose a escribir con los dedos su primera palabra de vaho en la ventana. Los glaciares a lo lejos, a la vez cercanos por el temblor que causa el ver sus ráfagas canosas.

Las nubes, matices ancianos como viejas barbas, no han dejado de acercarse desde lejanas montañas - ¡los Alpes, ojalá los Alpes! - para rascar sus excesos en las cruces de los campanarios y en los torreones de los palacios. Así, pronto han pasado de grises a negros, rejuveneciendo en la juventud milenaria de los coloridos pueblos, confesándose progresivamente en chaparrones y truenos. El rojo de los tejados, se ha ido recuperando del naranja empolvado; el gris de las carreterillas serpenteantes ha ido recibiendo el negro candente de los nubarrones que lo han ido regando; y los prados circundantes se han tornado verdes cabelleras de gigantas moviendo su cabeza en una colina, al compás del soplar relajado del aire.

Olor a madera húmeda, a sopas, chimeneas. Y bailes de lombrices al bajar la mirada, cuando la tierra parece ser sólo para ellas. Barro bajo las botas: lágrimas, en los charcos; también las manos en el barro: ¡chocolate, bendito chocolate! Sonrisas, luego carcajadas al romper los primeros rayos del rey de los astros.

Las nubes ancianas, hacia otra parte se arrastran. Olor a arena compactada por el peso inconfundible del agua. Dormir en Suiza sin salir de casa.

("Cierro mis ojos para ver", Paul Gauguin)


Con cariño, para ti, Oriol.


F.J.G.G.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Aquella Verbena

En cada matiz rosáceo y enrojecido, en cada instante preciso en que se escrespan y con suerte alguien puede ver su luz, las olas recuerdan aquella noche de hogueras, cohetes, de chispeantes estallidos y besos en la arena. San Juan - y fue la única vez - bajó a visitar a las brujas que, a su vez, aparcaron sus escobas para ir a pie, en la tierra de las playas de Barcelona. Había algo en la gente, algo entre nosotros; existía un arrebato en los gestos que hacía cómplices a la carne y el tiempo. Se fundó, en aquella noche maravillosa, definitivamente rara, una verbena como jamás contuvieron las brasas que al amanecer restaban. En cada matiz de las olas de aquella playa aún hay soplos de un vago hechizo, una verbena; y aunque el tiempo se esfuerza, no la acalla.


F.J.G.G.

lunes, 24 de octubre de 2011

Collares de cópula y borrachera

Collares como colas de alacranes,
de perlas con cópulas prometidas,
de rosáceos matices de vino,
de copas vacías saciando borracheras.

Beber, ¡vómito! ¡tintineo!
Luces de farolillo en los pechos.
¡El vómito! El derramar continuo,
En el sudor de los féminos cuellos.

Cadáveres de hombre a sus pies,
a modo de alfombras en la acera.



F.J.G.G.

domingo, 23 de octubre de 2011

¡Buenos días!

¡Buenos días!
al amanecer paulatino,
y que una ráfaga atrape
la forma de mis brazos
abiertos al infinito,
y regale al horizonte
la huella de unos abrazos.



F.J.G.G.

sábado, 22 de octubre de 2011

Adiós, ya no te quiero

Temblores de mi piel de mármol.
Vivir en el incansable péndulo,
del tiempo que se va, sin ti,
y que vuelve con nuevo puñetazo.

Adiós, ya no te quiero. Frío.
Hielo. La noche del total silencio;
el plumazo que huracana la raíz,
la nota de la brisa en el desierto.

La niebla en eco tu camino. Mío,
el andar mirando con pena al pasado,
cubierto de rocío de adiós,
desprendido del ondular de tu mano.

Ese vaho que nace del hondo frío,
la penumbra de un doloroso canto,
otro adiós. Pasos en el vacío.
Temor de vivir muriendo de llanto.



F.J.G.G.

viernes, 21 de octubre de 2011

Libertad ingrávida (T)

Libertad, ingrávida...

Lecho hecho de plumas invisibles,
deshecho cual diente de león
al soplo del aire.

De los fantasmas horizonte,
línea del atardecer fallido
de sangre, nube blanca,

Bandera blanca, blancos oleajes,
arriar de velas: marinero
que viaja a ninguna parte.

Inmaculada sombra para la suerte,
rocío para los ojos rendidos
de llantos a una porción de muerte.

Nombre del incontenible instante
que siempre será nuestro,
sin necesidad de cerrar el puño

Ante los zarpazos del infortunio.
Palabra en la que estás tú,
ya impronunciable; paisaje lejano,

Siempre tuyo, desastre de mis amores
inconfesables: mi túmulo.

Cruz y flores de alambre.
Corazón y alma, al aire,

Libertad ingrávida,
amor que te marchaste...




F.J.G.G.

jueves, 20 de octubre de 2011

Allá, donde el aire es azul

Allá, donde el aire es azul,
allá en la honda grieta del tiempo
hecha por el crepitar del lucero:

Agujeros de alfiler, en el cielo;
anclas en las estrellas, hilos
sosteniendo la marioneta del mundo,
meciendo el genio y el drama mundano
de los preciosos segundos humanos.

Allá, donde el aire es azul,
en el azul cielo siempre añorado.



F.J.G.G.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Amanita muscaria

Tanto tiempo llevaba con los ojos cerrados, que parecía haberme olvidado de algo tan imposible de olvidar como es la involuntariedad del parpadeo.

Ya harto de ese presente, con una ayuda tan inconfesable como vergonzosa, he roto la celda de las pestañas y he inundado la totalidad de mis pupilas con la perfección, maravillosamente versada por Jorge Guillén en un poema cuyo título es justamente ése: la perfección. Con los ojos abiertos, de nuevo me he encontrado borracho de ceguera, una ceguera que, de repente, se ha vuelto roja. Luego, en ese mirar menstruado, han ido dándose blancas intermitencias que de ir y venir me han parecido asquerosamente ofensivas, como putas que vienen y van en un burdel salpicadas por su faenar.

El sol nacido de mis ojos, ha sido puesto en el cielo paseando por una pasarela de formas cóncavas y convexas, de curvas y labios violados por la insistencia del silencio. Ahora es como un chiquillo que, en su intento de aprender el truco del tragafuegos, ha sido tragado por las llamas y pasta maldito entre el azul infinito y sus ovejas fantasmas. Todo un mareo.

En esa flamígera debilidad de los aires más lejanos, allí donde el espacio hace posible el matrimonio entre la enormidad y el absurdo, lo último ha sido lanzar la alucinación al centro del nuevo astro.

La alucinación es un fragmento de esperanza: muere parte de aquel viejo mirar.



F.J.G.G.

lunes, 17 de octubre de 2011

De mí queda un volcán

Cenizas de mi pecho abierto,
volcán rojo, infierno vivo,
de amores muertos: tu dedo,
arañando mi corazón negro.

Noche, noche en todas partes;
luz, luz de la herida al cielo.
Este chorrear rojo, que de rojo,
es hoguera de mis recuerdos.



F.J.G.G.

domingo, 16 de octubre de 2011

Napoleón de trapo

Días hay en que uno tiene ocurrencias que por raras uno se resiste a hacer suyas. Hay otros días en que las ocurrencias en efecto te sorprenden del mismo modo o más que las anteriores, ésas que parecen surgir tan solo del drama de nuestro cerebro, y son imposibles de no abrazar.

Éstas son las que se dan después de acometer actos tan sencillos como pararse a mirar las efemérides del día. El tiempo nos las da, nuestro cerebro las procesa, el corazón las mastica y... ¡tachán! Hoy, 16 de octubre, se cumplen años de la derrota más sonada de Napoleón Bonaparte, en la Batalla de Leipzig.

¿Y cuál es la ocurrencia? Bien, Napoleón como mucha gente sabe es un personaje histórico esencial para mí, por muchos matices y aspectos. Napoleón, el "Pequeño Cabo". Alguien me denominó alguna vez "Pequeño Cabo" con todo el conocimiento de saberme un fan acérrimo del personaje; y sin embargo, tal fue el aire y ansia de inocencia que aparentaron las palabras que de inmediato estuve creyéndome Emperador. Sus ojos, Su boca. ¡Qué pronto y con qué gusto renuncia uno a su corona para hacerse súbdito, ante "Cosas Así"!

Ahí está la ocurrencia, por llamarlo de algún modo. Napoleón no sintió gusto con seguridad al ser aplastado en Leipzig. Y sin embargo, siguió siendo el "Pequeño Cabo", a pesar de su derrota. ¡Nunca le arrebataron el gusto de sentirse especial para mucha gente y llevar un nombre en honor a ello!
Como mi admirado personaje, yo también he sido derrotado, aplastado, triturado, en estos días, en algo que era todo lo contrario a una batalla. He sido aplastado en una conjugación de tiempo inesperada, en un lugar tan cotidiano como mi habitación. Y lo esencial, por supuesto, quién me derrotó: La boca que me elevó a la absurda felicidad de dedicar a mis oídos tal nombre: "Pequeño Cabo".

Napoleón perdió en Leipzig, rodeado de tropas y con toda la gloria y fanfarria de tamaño acontecimiento histórico. Yo, en mi habitación. Yo también he sido un "Pequeño Cabo", he disfrutado la suerte de serlo para una persona. Como el original por las mismas fechas - ¡ahora sí, puta casualidad! - también he sido derrotado.

Ahora estoy más seguro que nunca: ¡qué poquísimo importa el nombre! Lo bueno fue el oírlo, la voz, y lo que vino después consigo: el pasar del tiempo con su compañía, en el camino.

Con la fragancia de la derrota, como un trapo empapado, dejo aquí las primeras huellas de mi pasos, y conservo entre tanto pliegue un eco, su eco, y una firma, su firma. Sí, no podía ser otra...

"Pequeño Cabo"


F.J.G.G.