Días hay en que uno tiene ocurrencias que por raras uno se resiste a hacer suyas. Hay otros días en que las ocurrencias en efecto te sorprenden del mismo modo o más que las anteriores, ésas que parecen surgir tan solo del drama de nuestro cerebro, y son imposibles de no abrazar.
Éstas son las que se dan después de acometer actos tan sencillos como pararse a mirar las efemérides del día. El tiempo nos las da, nuestro cerebro las procesa, el corazón las mastica y... ¡tachán! Hoy, 16 de octubre, se cumplen años de la derrota más sonada de Napoleón Bonaparte, en la Batalla de Leipzig.
¿Y cuál es la ocurrencia? Bien, Napoleón como mucha gente sabe es un personaje histórico esencial para mí, por muchos matices y aspectos. Napoleón, el "Pequeño Cabo". Alguien me denominó alguna vez "Pequeño Cabo" con todo el conocimiento de saberme un fan acérrimo del personaje; y sin embargo, tal fue el aire y ansia de inocencia que aparentaron las palabras que de inmediato estuve creyéndome Emperador. Sus ojos, Su boca. ¡Qué pronto y con qué gusto renuncia uno a su corona para hacerse súbdito, ante "Cosas Así"!
Ahí está la ocurrencia, por llamarlo de algún modo. Napoleón no sintió gusto con seguridad al ser aplastado en Leipzig. Y sin embargo, siguió siendo el "Pequeño Cabo", a pesar de su derrota. ¡Nunca le arrebataron el gusto de sentirse especial para mucha gente y llevar un nombre en honor a ello!
Como mi admirado personaje, yo también he sido derrotado, aplastado, triturado, en estos días, en algo que era todo lo contrario a una batalla. He sido aplastado en una conjugación de tiempo inesperada, en un lugar tan cotidiano como mi habitación. Y lo esencial, por supuesto, quién me derrotó: La boca que me elevó a la absurda felicidad de dedicar a mis oídos tal nombre: "Pequeño Cabo".
Napoleón perdió en Leipzig, rodeado de tropas y con toda la gloria y fanfarria de tamaño acontecimiento histórico. Yo, en mi habitación. Yo también he sido un "Pequeño Cabo", he disfrutado la suerte de serlo para una persona. Como el original por las mismas fechas - ¡ahora sí, puta casualidad! - también he sido derrotado.
Ahora estoy más seguro que nunca: ¡qué poquísimo importa el nombre! Lo bueno fue el oírlo, la voz, y lo que vino después consigo: el pasar del tiempo con su compañía, en el camino.
Con la fragancia de la derrota, como un trapo empapado, dejo aquí las primeras huellas de mi pasos, y conservo entre tanto pliegue un eco, su eco, y una firma, su firma. Sí, no podía ser otra...
"Pequeño Cabo"
F.J.G.G.