Praga se quedó con aquella sensación de que todo era para siempre.
Virutas de perla llovida, tejidas en sus cabellos,
le han hecho una diadema, del color de la plata seca.
Mira al frente, y el horizonte está rabioso,
atiborrado de vicios que se traducen en espesa niebla.
Sus manos marmóreas, mantienen a peso
toda la paciencia de los besos de escarcha,
que quieren despertar en él una tormenta.
La niebla viscosa y el sol que se va riendo por matarla,
la plata y la luna maldita que se prepara para afilarla:
caen perlas enteras, se congelan las arañas.
Conmovida por una crepitar de campanadas,
la paciencia se arma con los hilos que tiemblan;
las manos que la sostienen, agradecen los latidos
que han leído el conjuro para soplar su letargo;
las primeras gotas construyen sobre viejos charcos
una sinfonía, mientras las perlas resbalan por su cuerpo.
Los dedos desnudos acarician confusos, con eco,
el corazón de su arpa, mientras las lágrimas se evaporan;
y las perlas son tan abundantes que su valor,
pasa a ser el de la nada.
La diadema se funde mojando, plateando su cuello,
y la luna se muere de rabia.
El vicio huye y vuelve bajo el puente Carlos.
Al anochecer, las notas de un loco que se cree Apolo,
han despertado a Praga.
Escrito el 12 de diciembre de 2010.
F.J.G.G.
¿Qué estudias? Porque definitivamente la poesía te ha elegido. Disfruto como posibilitas cuanto imaginas.
ResponderEliminarPues estudio Historia, Eli, esa "cosa" tan prostituída, a la que todo el mundo mete mano y pocos comprenden. ¿Elegirme La Poesía, a mí? La modestia nunca está de más, pero lo que voy a dejar escrito seguidamente va más allá de la modestia: ¡OJALÁ! jajajaja
EliminarDe todos modos, prefiero estar elegido por gente como TÚ. ;)
Un abrazo enorme, Poetisa.