Vivo en un prometerme continuo del reloj, siempre en el segundo siguiente, allí donde la aguja se hunde, punzante como jamás antes, sin llegar a hacer brotar sangre de las primeras tumbas de la - post - existencia. Entonces, el extraño chorro que surge del mundo es simple pasar, simples minutos restados a la pila que anima a la calculadora de la eternidad; minutos descompuestos a cientos de cadáveres que son de mí, como las raíces, pretérito. Soy el tiempo contado por monumental de unos codos clavados como columnas, que sostienen una nublada cabeza entregada al histérico parpadeo del desconocimiento inasumible.
En el desvanecimiento del sudor, derramo mis vitalidades constantes a base de pulsos forzosos contra nuevos nacimientos, sucedidos irremediablente uno tras otro. Y quisiera vivir más lentamente, más tranquilo, sin dejarme tanto en evidencia, más canalla y siempre más desnudo, notándose las venas cansadas y la piel más amarillenta de caladas de silencio.
Vivo en el constante, infinito nacer del que muere a cada minuto desaprovechado, en cada palabra vana, en insuficientes piropos y sobrantes insultos, en miradas al vacío que besan la tierra mientras todo, menos el polvo, se les ecapa.
F.J.G.G.
La forma en que concatenaste las imagenes es casi magica, alucinante. Me quedo con: Soy el tiempo contado por monumental de unos codos clavados como columnas, que sostienen una nublada cabeza entregada al histérico parpadeo del desconocimiento inasumible.
ResponderEliminarTu talento es holistico.
Preciosa forma de pensar en el tiempo, nuestro tiempo...
ResponderEliminarGrandísima reflexión que aunque todos hacemos alguna vez, solo algunos son capaces de plasmarla mediante palabras.
=)