miércoles, 28 de diciembre de 2011

Mi canto a la Soledad

Solitario quise ser en el vientre;
Y por la soledad me declaro hoy combatiente:
Por la levedad del que ni quiere ni siente,
Y que con el arropo de una madre,
Durante la infancia, tiene suficiente.
Hoy ahondo en mí por la soledad,
Pero, ¿y entonces? ¿Estuve con ella?
Sólo con ella; sin más compañía que ella, yo.
Y estuviese como fuese, imagino mi semblante,
Con la gravedad del que se siente solo ya de niño,
Y sin depender de nada ni nadie,
Se desafía a sí sonriente.

Solitario por no querer amar,
Porque amar lleva antes a las arrugas;
Porque ya en la vejez, curtido en el desamor,
Uno se pregunta: ¿porqué no estuve más conmigo?
Por amar de forma distinta: desde la distancia, cual rapaz
Que mira desde lejos, y vive y muere en las alturas;
Sin bajar a beber momentos que da la compañía.
Amando únicamente el riesgo de quedar lleno de polvo,
En una esquina, sin más compañía que la sombra;
Y sin ella si el Sol entre nubes se derrumba.
Solitario en mis sueños. Soñando en amores diferentes,
Que no amenazan ni duelen tanto como la soledad,
Que lo da todo sin dar ni pedir nada…

Sueño con ser siempre un solitario, por ser libre.
Para reírme ante la mención de una patria, un rumbo;
Que huya de lo que en la chispa de un segundo no pisan mis pies.
Con una vida incapaz de atenazarse en recuerdos,
Huyendo y viniendo a placer entre deseos mudos y secretos.
Solo en la soledad misma de cantar en la noche vacía,
Lluviosa, salvaje y furtiva.
Caminando sin guardar un rostro, una palabra, una sonrisa;
Que en la mente sea capaz de echar la raíz del que vacila.
Solo con uno mismo; solo.
Para que nadie me mencione cuando el tiempo me ponga fin;
Porque gusto de una lápida sin flores, sin nombre, pulida.
Por el placer mismo de pasar solo por esta vida.


Los anteriores versos tienen ya bastante tiempo y por tanto no se corresponden ni mucho menos a mis deseos actuales. Acostumbro a decir que no hay mejor desplante a la soledad que la compañía, y lo cierto es que ahora no puedo vivir sin la última y no puedo más que desearla a todas horas. Pero - porque lo hay - este canto a la soledad no deja de ser un canto a su ausencia, salpicada de crueles y certeras apariciones, que no pueden más que empujarme a desear que desaparezca de mi vida definitivamente. Es curioso lo cierto que es el dicho que proclama aquello de que quién mucho te ama, mucho te hará sufrir... posiblemente porque jamás, menos tras una ruptura, se sabe encajar el amor que se llegó y se llega a sentir por él/ella.

F.J.G.G.

4 comentarios:

  1. Poema dramático, en fín asi estamos muchos amando la soledad pero deseando una buena compañía, aunque en realidad es muy dificil encontrarla y cuando la encuentras es tan mágica como volatil.
    Besos, y después de un amor efímero puede venir otro.

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  2. M.Flores, llegará y será maravillosa, sin duda. Espero que llegado el feliz momento podamos reírnos cariñosamente de tu pronóstico.

    ¡Salud, suerte, besos y abrazos!

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  3. Es un canto tierno y rebelde, pero un canto de una fe incólume en la resistencia. Eres poeta a toda prueba y amigo leal hasta las útimas consecuencias.

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  4. "no hay mejor desplante a la soledad que la compañía".
    LA DISTANCIA NUNCA ES IMPEDIMENTO PARA HACERTE COMPAÑIA. UN ABRAZO...

    TU VECINA

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